Que hace girar al mundo

¿Qué hace girar al mundo?

Un día, un pequeño conejo banco le preguntó con curiosidad a su padre el motivo y razón por el cual la vida no se detenía, el mundo avanzaba y los seres continuaban existiendo. Su padre, todo un conocedor, le contó a su pequeño vástago un cuento sobre una extraña energía, la batería del mundo, aquello que lo hacía girar y continuar.

Le narró sobre un extraño mundo existente en los sueños, en el centro de la tierra y detrás de un velo negro de terciopelo, donde se generaba continuamente la energía que da el origen a la vida. "Esta sube por las raíces de los árboles  y recorre el mundo como el oxigeno" dijo el papá conejo.

En aquel único y extraño mundo subterráneo, habitan criaturas y seres similares en aspecto a las que residen en la superficie, pero actúan en un ciclo continuo sin principio, ni final. Todos proceden de forma extraña y prácticamente incomprensibles; en ese mundo donde los búhos cantas y los jilgueros ululan, existen un grupo de ancianas humanas llamadas las cuidadoras de gansos. Estas raras mujeres, alimentan a las aves junto a un lago cristalino, con pedazos de metal y tornillos, y aprovechan cuando estas se asustan con la presencia de las zorras multicolores (que bajan de sorpresa de la colina hasta el lago) para recoger los huevos plateados que abandonan en sus nidos.

Las cuidadoras llevan todos esos huevos hasta un grupo de casa cuadradas, sin puertas y con solo una ventana; por ellas, les entregan los huevos a hombres de traje y sobrero de copa. Estos raros sujetos, tienen la curiosa tarea de golpear  con cucharillas de plata los huevos en puntos específicos, mientras los engranes que forman sus casas, rechinan desquebrajándose en virutas de metal que luego intercambian por más huevos.

El arduo trabajo de los hombres de traje llega a su fin cuando los huevos eclosionan en un diminuto ser, mitad ave mitad reloj. Estas cositas insignificantes, escapan de sus manos y huyen por sus chimeneas rectangulares, pero sucumben ante su propio peso y caen al suelo. Una vez ahí, esas criaturitas están a la merced de feroces y hambrientos gatos, que no tardan en devorarlos; luego, los escupen en una bola de plumas y pelo.

La bola rueda colina abajo, cubriéndose de nieve y aumentando de tamaño. Finalmente se detienen, al colisionar contra cabañas de madera y pasta. Los cazadores, sus habitantes, se despiertan con los golpes y no se demoran en salir con sus armas de fuego, preparadas para sus labores. Estos, se introducen en el bosque y con sus disparos de petardos, asustan a las zorras multicolores que huyen despavoridas de ellos.

Aquellas balas luminosas, derriban a los gansos que sobrevuelan el cielo. La estrepitosa caída, los despoja de sus plumas revelando a las ancianas cuidadoras que se escondían bajo ese hermoso plumaje. Los cazadores las cubren con mantas y las mandan a trabajar. Estas continúan con sus labores hasta su pronta muerte, cuando se convierten en piedra y son arrojadas por sus hermanas, al lago cristalino.  Con aquella ofrenda, el lago, libera más gansos para continuar el ciclo.

Ese es tan solo uno de los muchos ciclos sin sentido que ocurren en el centro de la tierra, pero como todos, proporciona la energía a la vida.

Ese mundo extraño y maravilloso, solo puede existir en sueños de los infantes recién nacidos de cualquier seres vivo, inclusive de los humanos. Tantos bebés durmiendo tanto tiempo, mantienen continuo el ciclo, pero cuando todos despierten al mismo tiempo y deje de haber bebés, será el fin del mundo y la vida.