Fantasy Files: final

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Archivos: la herencia, el último secreto y la ficha final.

El ultimo secreto
Magali


–Digamos que tiene razón –bramó Sebastián tratando de conservar la calma –, y dejemos a un lado sus… actos, maestro –continuó alejando brevemente de su mente el descubrimiento de su padre –. ¿Cómo está tan seguro del peligro que afirma que corre Samara? ¿Quién es este espía que hace tal afirmación? –terminó con incredulidad e irritación.
–Es cierto, mi señor –dijo Rino hablando por primera vez desde la llegada del hechicero. También al joven guardián las revelaciones habían resultado impactantes –. Es mi deseo conocer también a este supuesto espía, el cual usted asegura ha seguido mis pasos sin darme cuenta.  
–Te percataste de mi presencia –contestó repentinamente una voz  desde un oscuro rincón –, pero era mi apariencia la que no te permitía ver mis verdaderas intenciones –de entre las sombras una figura encapuchada se reveló ante ellos.
Al apartar su capucha, los sorprendió mostrándose como la bailarina.
– ¡Magali! –gritó Rino sonrojándose levemente –. ¿Has estado aquí todo el tiempo?
– ¿Quién es esta persona? –preguntó Sebastián  a su maestro.
El santo guardó silencio.
–Sí, mi nombre es Magali –respondió la mujer con una sonrisa de satisfacción –, soy bailarina de gusto y un agente doble. Desde que tengo uso de memoria, he servido a los guardianes blancos y al maestro Jeremiah. Fui abandonada de niña, desconozco mi origen, pero los guardianes blancos me acogieron y me dieron un propósito. Tengo años vigilando el bajo mundo, también al príncipe Elnan, y recientemente, los pasos de Samara y Nunara. Fui yo la que advirtió sobre el intento del príncipe en las cuevas mudas y he seguido las penas que sufre tu hermana hasta el momento.
– ¿Es cierto que corre peligro? –insistió Sebastián sin inmutarse ante la mujer.
–El mayor de todos –dijo ella con seriedad –. Nunara esta tomando control de su mente.

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La herencia
Samara y Jeremiah

–La luna se encuentra cubierta por un  manto de sombras –dijo el santo contemplando el cielo nocturno desde el enorme vitral de su biblioteca –, es una oportunidad perfecta para  que los enemigos se revelen –se dirigió a una figura cubierta por sombras que yacía inmóvil en el umbral de la puerta. –: Sabía que me buscarías tarde o temprano.
La figura no respondió.
–Se quien eres, no puedes engañarme –continuó Jeremiah dándole la espalda a su enemigo –. El desequilibrio mágico que está azotando a la sociedad es característico de la perversión que sufrido tu mente. La muerte de la alquimista… pobre lady Mina, que encuentre descanso en el otro mundo; pero fue terrible a lo que redujiste al príncipe o tal vez debería decir “lo poco que quedo de él” –dio un rápido suspiro y cerró los ojos –. Ahora has venido a matarme a mí… que ser tan patético y predecible te has convertido. Como un animal, como tu madre.
Samara salió de las sombras con un par de pasos decididos y firmes.
– ¡Tú, miserable viejo renacido! –bramó ella. Sus ojos destellaban de ira –. ¡Monstruo dos caras, como osas llamarme bestia a mí y a mi madre!
–Samara –dijo guardián blanco aún con más paciencia –, mira el despojo en que te has convertido.
Como un  estallido, el cuerpo del santo salió despedido y chocó con fuerza contra la pared contraria a la puerta. En semiinconsciencia el guardián se deslizó por la pared hasta quedar levemente sentado.
– ¡Mátalo! –dijo una voz en susurros seductores –. ¡Mátalo ahora!
– ¿Nunara? –preguntó Jeremiah, en su debilidad su palabras le costaban demasiada energía –. Has cobrado fuerza ¿verdad? Todo este tiempo en el que han estado ocultas, has fortalecido tu siniestra mente, consumiendo el alma de esta criatura. Por cierto ¿Dónde habían estado todo este tiempo? Sebastian y Rino nunca las encontraron.
–Mi hermano es un  idiota manipulable y Rino un inepto –respondió Samara paseándose por la habitación. Sacudía levemente a Nunara provocando que todo en la habitación, levitara  lentamente en círculos –. Nunca me  hubiera encontrado. Viví en la oscuridad y neblina, adquiriendo fuerzas para alimentar mi ira. No existía ni el sonido o la luz; todo estaba consumido por el dolor. Era como estar de nuevo en las cuevas mudas. Pero esta ocasión tenía una escapatoria, por  medio del fervor y la sed de venganza.
–Los titiriteros… –dijo Jeremiah conteniendo el aliento.
–Eran los primeros en mi lista –agregó la bruja enumerando a sus enemigos con los dedos –; solo me falta Tristán. No se angustie maestro, usted también tiene un lugar importante en ella, al igual que la mujer de mi hermano.
– ¿Nunara como pudiste? –comentó el hombre con las pocas fuerzas que le quedaban –. ¿Cómo corrompiste a la niña con tal rapidez?
–Usted mismo lo dijo –contestó Samara en voz y boca, pero la que hablaba era la vara –, estaba corrompida de nacimiento. Algo que heredo de su madre. Por eso la elegí.
Samara dio unos pasos hacía el santo y con una fuerza más allá de su figura femenina, lo tomó del cuello de la sotana, y lo alzó con increíble facilidad.
–Y hablando de mi madre –dijo Samara con el control de su propia lengua –. ¿Qué tal si le hacemos una pequeña visita?

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23
La ficha final

Días, semana, hasta meses transcurrieron sin saber del paradero de Samara y la a vara maldita Nunara; Sebastián, Rino y Magali habían buscado a amabas desde Muspellhiem hasta la ciudad de Hel, sin ningún resultado. Mientras, terribles señales les indicaban el peligro inminente que corría la joven: se toparon con extraños acontecimientos típicos del desequilibrio mágico, además, se enteraron de la horrible muerte que sufrió la dama alquimista; en ese momento fue cuando decidieron regresaron inmediatamente a Muspellhiem, en busca de consejo del maestro Jeremiah, solo para descubrir el terrible accidente que sucumbió el príncipe desterrado,  la desaparición del Santo y su prisionera (la madre de Sebastián). Nunca volvieron a saber de los perdidos.
Consumido por terribles presentimientos, Sebastián dejo a Rino y la bailarina por su cuenta y marchó inmediatamente en la búsqueda de su esposa. Mientras tanto, los otros dos, intuyeron el nombre de la próxima victima, el juglar Tristán; de cual según se decía había abandonado la ciudad.
El hechicero no demoró mucho en su viaje a Alhiem, pero al llegar a su hogar lo encontró desecho, a Evander (su mejor amigo y hermano de su esposa) herido, y ningún rastro de la mujer que amaba. Según las palabras de mago, Samara se la llevó en contra de su voluntad.  Cuando él intentó detenerla, la bruja lo deshabilitó con gran facilidad y destruyó la casa donde habitaban. Evander no había conseguido salvar a Belén, pero sabía con exactitud a donde la llevaba Samara. El plan de la bruja era acabar con la vida de la hechicera públicamente, así como había sido toda la vida de esta desde el momento que se unió a su hermano, y no existía mejor lugar para llevarlo a cabo que en la ciudad de Mannahiem.
Era la misma ciudad central donde había viajado Tristán para escapar de su dolor. Se convirtió en cliente regular de los bares, y con unas cuantas copas perdió su imagen seductora. Cuando lo encontraron Rino y Magali, era una persona completamente diferente: no le interesaba más ante la ira de Samara.
Pero en aquellos momentos, la persona que más peligraba de Samara, era Belén. A pesar del terror que la invadía, la hechicera tuvo la mente calculadora para aprovechar un momento de distracción de la bruja, y con ayuda de su proyección astral, logró liberarse  y escapar.    
En su intento de recapturarla, Samara destruyó gran parte  del centro de la ciudad, llamando la atención de Rino y Magali, además de alertar a Sebastián de su posición. Tan pronto él vio el peligro que corrías su esposa, no dudo en usar su magia en contra de su hermana en una forma no dañina. Samara no compartió el sentimiento, y con sus poderes, lo dejo gravemente herido. Rino y Magali se unieron al enfrentamiento sin conseguir detener a la bruja
Sin importarle el peligro, Tristán se enfrentó verbalmente a Samara con amor, culpa y pena; ella dejo inmediatamente a un lado su rencor a Belén y desató toda su cólera en contra del juglar. Lo torturó sin piedad a pesar de las suplicas de perdón y amor de este. Los constantes ruegos hartaron con rapidez a Samara, quien se propuso acabar con la vida de él. Pero el juglar nunca sucumbió a manos de la trastornada bruja, en cambio fue Rino quien recibió el duro golpe. El guardián blanco había convertido en un escudo protector, dando su vida por la del desgraciado juglar.
Todos quedaros presos de la sorpresa ante aquel acto de sacrificio, pero ninguno más que Samara. Para sus ojos, aquella acción del guardián no tenía comparación, ni siquiera Nunara y sus sucias murmuraciones podían evitar los sentimientos que afloraron en la joven.
Magali confrontó a Samara con sus actos y el daño que había causado, mientras albergaba entre sus brazos el cuerpo sin vida de Rino. Con ello, la bailarina regresó a Samara a la realidad, condenándola a la pesadilla que acababa de crear con sus propias manos y con el poder de la vara.
Dolida y sufriendo, Samara ignoró los ruegos de su hermano herido y de Tristán, alejándose inmediatamente de ellos y de cualquier otro ser vivo. Se había percatado del verdadero monstruo en que la había convertido Nunara, y que sus acciones no tenían disculpa o perdón alguno. Sin escuchar los susurros de Nunara, la bruja tomó una radical decisión y condena para ella misma, y la vara.
Con sus poderes se introdujo en las profundidades de los acantilados de Vanahiem, donde había cometido su primer grave error. Reinvirtiendo su magia, corrigió con asombrosa exactitud los cambios ocasionados en la región, regresando el lugar a su estado original; pero al mismo tiempo quedando atrapada entre la roca, tanto ella como la vara.
Nunca más se volvió a saber de Samara o de la vara maldita Nunara. A pesar de la búsqueda liderada por sus seres queridos, se intuyó que la joven había muerto aplastada por las rocas; la verdad del destino de la joven siempre fue un misterio, pero con el paso del tiempo y la desaparición de la magia, finalmente la vara maldita dejo de ser un peligro.  
 
                                                                                      Fin