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Fantasy Files: archivos 21-22

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Archivos 21, 22 y la conversación perdida

21
Amor

Casi un año después de su desaparición, nadie recordaba a Badb el cuervo, desde  la dama que había extinguido su vida, hasta la joven que solía ser su protegida.  Pero nadie se lo hubiera reprocharlo a la bruja; durante ese año su vida se había convertido en un carrusel de emociones: Samara estaba sumergida  en el más profundo estupor  causado  por el amor. El afecto que sentía por Tristán, el juglar  (una realidad o un hechizo causado por el laúd Erato) había afectando su comportamiento; la joven bruja disfrutaba de una epifanía día tras día, perdiendo el recuerdo del cuervo e inclusive alejándola de las maliciosas murmuraciones de Nunara.
El control de Samara sobre la vara maldita era total; las múltiples faenas que había emprendido durante ese tiempo, le resultaron exitosas y satisfactorias. El renombre de la bruja retumbaba en cada ciudad, individuo y tierra, como un icono de paz y equilibrio. Sus antiguos errores fueron olvidados, su sola presencia generaba esperanza y provocaba la ira de sus enemigos.
Cada planificado intento del príncipe desterrado por quebrantar a Samara había sido magistralmente frustrado por la joven. La rabia del hombre no tenía comparación.
Pero la furia y la confusión no era un sentimiento único del príncipe entre los titiriteros: lady Mina sufría principalmente de celos; las atenciones que Tristan demostraba hacía Samara le resultaban como puñaladas incandescentes. La mujer solo podía conformarse con las vagas promesas del juglar, que juraba que tales muestras de afecto eran falsas. Lady Mina estaba atada de manos, ya que en esos momentos levantar un dedo en contra la joven sería revelar sus maliciosas intenciones.
Y el último de los titiriteros, Tristan padecía una imposibilidad y desconcierto. Él mismo se había arrojado a una trampa, un juego peligroso; al querer dominar el corazón de dos doncellas de tan alta clase y trascendencia, y quedar prendado de una de ellas. Tristán se vio cautivado por los encantos de Samara, confundiéndose de sus propios sentimientos y deseos. Anhelaba el consejo de su vieja amiga en fechorías, pero Magali tenía tiempo desaparecida.
Después de su arresto por los guardianes blancos, la bailarina escapó la noche siguiente a su retención en los calabozos donde la había confinado durante la investigación de los extraños sucesos ocurridos en las cuevas mudas. La mujer había desaparecido hábilmente del ojo público y de  sus contactos, casi sin dejar rastro, pero no de los recuerdos de un guardián en particular.  
Rino había tomado el  afán personal de dar con el paradero de la bailarina, y revelar de una vez por todas, los extraños sucesos que la acompañan.  La empresa le ocupaba la mayor parte de su tiempo, dejando a un lado otras de sus labores, como vigilar las acciones de Samara y Nunara; por ello Jeremiah se encontraba desesperado; para santo, el repentino éxito de la bruja era motivo de preocupación y señales de futuras desgracias. El santo ansiaba intervenir en las acciones de la bruja, pero era obstaculizado moralmente por el hermano de esta.
Era muy sabido por todos aquellos que lo rodeaban a Sebastián, que su añoranza era hacer las paces con su hermana. Además, que el hechicero ya enfrentaba difíciles situaciones con su boda. Su matrimonio con la hechicera no era bien visto socialmente principalmente por los grupos que pertenecían cada uno, bruja y magos; pero en contra de todas la opiniones, la ceremonia se efectuó según los deseos de la pareja, satisfaciendo principalmente a Belén, ya que el mayor  deseos de Sebastián para aquella festividad era contrario al de la hechicera: la presencia de Samara en la boda.
Lo que ambos ignoraban era que la bruja se había escabullido entre la multitud de invitados y espectadores, y había presenciado la ceremonia en secreto.  

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La conversación perdida
Tristán y Lady Mina


– ¿Qué es tan urgente para que mi señora exija mi presencia con tal premura? –preguntó Tristán tan pronto hizo acto de presencia en la mansión de la dama.
–Necesitaba verlo –murmuró lady Mina acortando la distancia entre ambos –, oírlo, sentir su aroma, su calor –agregó oprimiendo su pecho contra el de él.
–Mi señora, esta perdiendo su discreción –comentó él sujetándola por las manos y tratando de recuperar el control de la situación.
–Soy patética –continuó ella tratando de robarle un beso –. Patética por usted, de oírlo decir mi nombre… decirme cuanto me ama. ¿Aún me ama?
–Podrían vernos.
– ¡No me interesa! –protestó lady Mina perdiendo las seductoras facciones de su rostro –. ¡Estoy harta de ella! ¡De ver a usted  con ella, profesándole esas palabras de amor que me pertenecen a mí!
–Es nuestro plan.
– ¡Al infierno con el plan! ¡Que se de cuenta, para lo que me importa ahora! Ya no deseo las perlas, ni obtener el poder de Nunara. He olvidado mi batalla personal contra los guardianes blancos y los horribles planes que he maquinado junto con el príncipe. ¡Nada de eso me importa más! ¿Qué más da que nos vean?… que ella nos vea hablar en su contra. Chicuela ingenua. Que se entere de nuestros planes, de cómo la hemos usado e inclusive como maté a ese detestable cuervo. Lo único que me importa ahora, son sus palabras, sus dulces palabras que pueden hacerme vibrar. Deseo oírlo… diga una vez más cuanto me ama.
–Mi señora – insistió Tristán mientras ella se arrojaba a su cuello –, le pido prudencia…
–Diga que me ama –insistió lady Mina oprimiendo sus labios contra los de él –. Dígalo… apiadase de mí, y dígalo.
– La amo –respondió Tristán correspondiendo a su beso y a su calido abrazo.  

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22
Secretos
Samara y Sebastián


Tras el feliz evento de su unión matrimonial con Belén, Sebastián embriagado de alegría, buscó a su hermana para llevar al fin las paces con ella después de meses de constante discusión. Al visitarla en la residencia de la dama alquimista, el hechicero se topó con la particular visión de su hermana en un íntimo beso con el juglar en los jardines floreados de la mansión.
Sorprendida con su repentina aparición, Samara accedió a recibir a su hermano en privado; pero el hechicero ya no recordaba el motivo de su visita. Había reconocido al juglar como el bandido que tiempo atrás había saqueado el museo de Alhiem de los guardianes blancos, que precisamente ellos visitaban aquel día del siniestro y había culminado en la unión de la bruja con Nunara. Sebastián no tuvo problema en hacerle notar a su hermana aquel detalle, pero Samara embriagada por amor o por el hechizo del laúd renegó tales acusaciones desatando una nueva discusión con su hermano, terminando en un completo desacuerdo. Antes de separarse nuevamente, furiosos uno con el otro,  Samara le informó  a su hermano  que la primera discusión que hubo entre ellos se inició después de una charla particular que tuvo con la reciente esposa de este. Al final ambos se dirigieron a comprobar tales acusaciones contra sus seres amados.  
Samara buscó al juglar por toda la mansión y finalmente lo encontró en un calido beso con lady Mina mientras compartían varios secretos. La bruja escuchó de primera mano los planes que ambos tenían en su contra, sus confabulaciones con el príncipe Elnan y la muerte del cuervo. Sorprendida y aterrorizada, Samara dejo inmediatamente la mansión, llorando inconsolablemente.
Mientras, Sebastián fue en busca de su esposa y la confrontó con las acusaciones de su hermana. Con un poco de presión de su parte, el hechicero logró sonsacarle la verdad a Belén, las cuales confirmaban sus temores. El hechicero dolido dejo a su mujer a pesar de sus lastimeras disculpas y la intervención de su mejor amigo, para regresar con Samara y disculparse con ella.
Pero la bruja ya tenía suficientes sorpresas por su cuenta. Para la próxima vez que se encontró con Tristan en un jardín público de Muspellhiem se desató una confrontación aún mayor que la que había tenido la bruja con su hermano. Atrapado contra la pared  por sus propias canalladas, Tristan no encontró escusa coherente  para sus actos; estaba aturdido e impactado sin poder defenderse ante los propios sentimientos que había desarrollado por Samara.    Sin salida, él confesó sus maquinaciones junto a lady Mina y el príncipe Elnan: como los tres confabulaban en su contra y realizaron en conjunto todos aquellos ataques en su contra, incluido el golpe en las cuevas mudas a manos de los golems, pertenecientes al príncipe. También admitió ser el ladrón del laúd Erato usar sus poderes en ella para enamorarla; aunque agregó sinceramente que el hechizado resulto ser él. A pesar de sus declaraciones, Samara lo rechazó rotundamente a él y a su amor, y lo amenazó con su odio y desprecio.
Por su cuenta, Sebastián no logró localizarla a pesar de buscarla por toda la ciudad de Muspellhiem; tuvo que recorrer a la ayuda de su guardián. Rino había regresado de la búsqueda de la bailarina Magali y sin resultado, y se había amparado en una de las tantas  mansiones de su maestro. Al llegar al hogar de Jeremiah, Sebastián se encontró con la sorpresiva presencia de su dueño; tanto él como Rino planeaban su propia búsqueda de la joven bruja. Jeremiah declaró que sus motivos se debían a un informe de un agente que vigilaba en secreto a Samara, y según este, ella se encontraba por algún motivo sumamente vulnerable, que podía ocurrir alguna tragedia. Indignado con tales hechos, Sebastián reprobó las acciones de su antiguo tutor y admitió estar arrepentido de hacer caso omiso de las declaraciones de su hermana contra el santo.  Jeremiah defendió su posición, justificándose como una medida necesaria ante la situación delicada en que se encontraba la joven bruja y los riesgos de su posesión sobre Nunara, además de los antecedentes familiares en su contra. Sebastián, furioso, contradijo las injurias contra su madre, pero el santo no se retracto, contrario a eso le soltó al hechicero un secreto aún mayor sobre su familia: el nombre del padre de ambos jóvenes; Simon, la victima de la locura de su pareja, y hermano de Jeremiah durante su vida antes de santo. La ira del santo contra Mara fue consecuentaza hacía Samara debido a un simple venganza personal por la suerte que había sufrido su hermano menor.
Ignorante de aquel secreto pero sufriendo por el engaño y traición  de Tristan, Samara se ocultó en las espesuras del bosque a las afueras de Muspellhiem, a llorar su penas, mientras Nunara le murmuraba maliciosas proposiciones a sus oídos. En su pena y dolor cada palabra le parecía más tentadora que la anterior.
Un archivo más para terminar está re-edición de Fantasy Files (por tercera vez).
La razón por la que hice esta vez, se debe a que tengo planeado una continuación/mundo alternativo de está historia, la cual empezaré a trabajar una vez que termine la re-edición.

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Por favor respeto.

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